viernes, 2 de enero de 2009

Los días más cortos producen trastornos depresivos

Además de hacernos cambiar hábitos alimenticios y las prendas del placard, el paso de una estación a otra también puede alterar nuestro estado de salud, ocasionando enfermedades que no solo afectan las funciones físicas sino también las emocionales. La reducción de las horas de luz, las bajas temperaturas y las neblinas que disminuyen la luminosidad ambiente durante el otoño y el invierno, afectan el equilibrio de ciertos compuestos químicos en el cerebro dando lugar a síntomas depresivos.

Se sabe que estos cambios estacionales producen trastornos afectivos en al menos un 5% de la población argentina, con mayor incidencia sobre las mujeres.

Muchas personas padecen depresión de invierno y no lo saben. Es importante conocer y detectar los síntomas que presentan los pacientes ante los cambios en la luz ambiental para que el tratamiento pueda revertir a tiempo alguna de sus consecuencias.

Entre los síntomas característicos de la depresión otoñal-invernal se incluyen: la hipersomnia (necesidad de dormir más de diez horas diarias), el aumento de peso (apetito por carbohidratos), sentir cansancio y desánimo, ver disminuido el deseo sexual, padecer letargia y retiro social, y en casos agravados, tener pensamientos suicidas.

La mayoría de los pacientes que padecen trastorno estacional son mujeres o personas que ya padecen alguna enfermedad psiquiátrica, con mayor frecuencia un trastorno depresivo, bipolar o problemas adictivos. Adecuados tratamientos farmacológicos y/o psiquiátricos pueden evitar, disminuir y contrarrestar los efectos de la depresión. También se aconsejan las terapias de luz (Ver Luminoterapia). 

Luminoterapia
La aparición de la depresión invernal es generada por un desbalance químico en el organismo, que ocasiona un aumento en la hormona melatonina (encargada de regular la temperatura corporal) cuya mayor proporción -inversamente proporcional a la cantidad de luz solar- hace que sintamos mucho frío y ansiedad por comer a cada rato. Así, se produce una disminución en la producción de los neurotransmisores serotonina y dopamina. La falta del primero, asociado al bienestar, provoca una gran tristeza y la dificultad para conciliar el sueño; mientras que la baja de dopamina genera problemas de atención y concentración, haciendo que la persona se desinterese de actividades que antes le gustaban.

La luminoterapia o fototerapia se presenta como efectiva alternativa para complementar la luz solar y regular los niveles de vitamina D y serotonina. El tratamiento consiste en exponerse a una lámpara que emite una luz semejante a la del sol (filtrando los dañinos rayos ultravioleta) hasta 4 horas diarias. Es importante que un profesional de la salud mental recete e instruya al paciente sobre la duración e intensidad de exposición a la luz. 




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